jueves, 12 de noviembre de 2015

Nostalgia

(Nota del autor: El otro día pensé en dejar de escribir. El solo pensamiento me aterrorizó por la idea de que pudiese pasar. Pero siempre me queda algo que contar, y eso es una sensación que nunca se va.)

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¿Por qué me parece, que ha pasado una eternidad?


¿Por qué me parece, que ha sido solo una noche en vela?

Huele a plástico viejo y a memorias llenas de polvo. El pasar de los años puedo sentirlo en mis dedos, me da tristeza sentir en mis manos a todas esas cosas que he llegado a olvidar y que en un momento de mi vida parecían lo único por lo que vivía. Una cajón abandonado, cerrado porque cada vez que abre no puede mantenerse. Un castillo de cartas que se bambolea con el tic-tac de un reloj.

Es todo un simbolismo. Es todo para hacerme entender que hay que abandonar aquello del ayer y solo poner atención a lo que es hoy. Libros con las páginas amarillas como las hojas en otoño. Manchas en las estructuras que parecen dibujos de flores marchitas. Fotos descoloridas como las calles de ayer, con solo la impresión de que todo era mejor.

Una canción suena en la distancia y grita solo que me he abandonado entre los momentos de antes y después. Fantasmas irreales parados en las esquinas de una casa que es la representación de mi zona de confort. La grabadora que suena en la mesa de noche con una cinta que recita los eventos que nunca pasaron más allá del término Imaginación.

Aún hago las mismas caras bobas en el espejo. Me reviso cada centímetro de la cara y encuentro arrugas que solo parecían un mito en mi piel joven. Miro los ojos de ese reflejo, aquellos que se llenaban de emoción con la misma descarga de electricidad que hoy solo me parece un leve contacto. La bombilla parpadea, incitando el cambio.

Aunque hay cosas que nunca he perdido. Aquel sentimiento a gusto de quedarse a solas con los pensamientos y los recuerdos. Qué bien se siente dejarse llevar por la corriente de la ilusión de que las cosas hubieran sido diferentes si hubiese ido por otro sendero. ¿Hubiesen sido las cosas mejores? ¿Hubiese sabido lo que sé hoy? ¿Me hubiese sentido, como me siento ahora que dejo a mi alma expresar estas palabras en un espacio vacío?

¿Hubiese sido yo otra persona?

En aleatorio suenan melodías que me parecen un monumento al pasado. Un monumento a un estado de animo, al miedo de no saber lo que vendría, un monumento a esas ellas que una vez me robaron una alteración de la respiración con dirigirme la palabra, aquellas que solo son vagos nombres y esbozos de una cara incierta en un archivero desordenado de una mente hecha un tornado. Un brindis al abrazo de esa persona que sí se ha ido para siempre y su foto no le hace honor. Un suspiro de cansancio a los granos de arena que bajan por el segundero, a las palabras que se escriben en un libro que tal vez no llegue a existir pero sí pueda leer.

Aquellos tiempos, desvanecidos en el agua del recuerdo de un recuerdo. Aquellos tiempos, que surgen como burbujas recurrentes.

La luz sigue iluminándome igual el rostro y me enceguece, mientras oigo los llamados de alguien actual.

Mi viejo yo me anima a seguir con la esperanza de que si todo es diferente, que sea diferente para bien. Consciente de que yo tal vez nunca vuelva a ser él.

Muy lejos, o tal vez muy cerca, oigo el saludo de alguien nuevo. Alguien que me cambia la vida para siempre.