lunes, 16 de mayo de 2016

Percepción: En la bañera

(¿Se han preguntado qué fue el origen de la crisis existencial de Kit? Esta historia está fuertemente basada en el disco In The Shower por la banda Homeshake: https://www.youtube.com/watch?v=vOiqPKhoo_4 

P.D Yo recomendaría leer [Percepción] primero. Pero haz lo que quieras.)

Yo creo que todo eso empezó a venirse abajo hace como año y medio. Cómo desde ahí, todo lo que conocía en ese entonces ya era pasado e irrecuperable. Como esa pelota que lanzas demasiado lejos jugando fútbol o béisbol. Ya no importa mucho. Se fue.

Me volteé para comprobar que había cierta falta de peso en la cama. La mañana llenaba mi ventana y las sábanas estaban tan revueltas como estaba yo de desconcertado.

Ella me había dejado solo, por supuesto. En un momento u otro me dije que nada más era cuestión de tiempo. Pero no esperaba que fuese tan pronto. Ya sus ropas no estaban, sus pasos no se escuchaban por la casa y, simplemente ya no estaba su esencia, ese brillo que deja detrás de sí simplemente se había desvanecido.

Después de dar vueltas, tratando de recordar qué estupidez había hecho, me encontré con un golpe en el alma que iba a dejar seco por lo menos por dos meses, puesto con un imán en la nevera.

"No puedo darte la vida que quieres."

¿Qué quieres qué te diga, eh? La amaba. De verdad lo hacía. Ella era como las anfetaminas y yo era uno de esos tipos que piden unos billetes en la autopista y duermen en un cartón. Y nuestro amor era muy limpio, muy organizado. Solíamos coincidir en todo y yo, al menos, creía que yo la complementaba cómo ella a mí. Pero supongo que todo lo que yo me decía eran pura mierda, para no pensar en el desenlace que siempre llega en mis relaciones, cuándo alguien se cansa al final.

El corazón es muy extraño. De cómo puede darlo todo y no ser suficiente.

En el trabajo solía poner su lista de canciones y ver su Facebook todo el tiempo. Parecía que su vida continuaba normal y corrientemente. Muchos amigos me sacaban a beber y tratar de olvidarla. De veras que lo traté. Hubo hasta una semana que simplemente llegaba a casa a ver episodios de Dragon Ball para no pensar en ella.

Sin embargo, de todas esas salidas, una noche di con un pensamiento bastante interesante. Fue mientras veía a un grupo de amigos al frente de nosotros, con una pareja con ellos. El chico bebía, creo, cerveza light. Y la novia cacareaba como una loca (que también había ordenado por su novio). Cuando en algún momento dejaba de hablar, el tipo le buscaba un beso y ella simplemente se hacía la tonta o lo desviaba a su cuello. Y podía ver que otro amigo, se incomodaba un poco, como sintiendo lástima. Me recordaron a nos...

“Te dibujó la cara de idiota”

Siempre traté de gustarle y me di cuenta que me trataba como al propio idiota. Como si solo le sirviera para hacer de sí misma una imagen. Los últimos meses antes de que se fuera, discutíamos más y teníamos menos sexo. Me imagino que yo también tenía algo de culpa por ser lo obsesivo que soy. Sin embargo, el día después empecé a ver con otra luz, cómo si me hubiesen cambiado los ojos. Qué todo era tan sencillo y tan casual que no requería más que yo me mantuviese entretenido con algo. Era tan cínico que, no pensar en nada y simplemente nadar en la primera cosa que se me ocurriera era mi cura al neurotismo.

Casualmente, ese dia vi en mis noticias de Facebook que empezó a salir con alguien nuevo. Qué era hasta más guapo que yo.

Esa fue la época en que casi me contagio de un herpes. Simplemente me le acercaba a una chica y le largaba el mismo diálogo tan simple que fallaba y funcionaba 50/50. Trataba de mantenerlo tan sencillo como me fuera posible. Porque de verdad no le veía sentido más que divertirme.

“Hey, ¿como estás? Mi nombre es Kit.”

“Oh solamente hace una semana vengo por aquí. Vivo cerca. Sí, es bastante agradable.

"¿Por qué no nos vamos?”

Por dentro, en alguna recóndita esquina de mi ser, mi lado racional hablaba un poco:

“Ya no me acuerdo de tu nombre. Supongo que no sé.”

“Pero, ¿no está bien esto? ”

Más vacío. Me di cuenta que seguía habiendo algo que me faltaba y tuve razón en eso. Sólo funcionaba parcialmente. Pero al mismo tiempo sólo quería estar solo, y quería que todo dejase correr tan rápido.

No fue hasta que te conocí que esas cosas cambiaron, y ya tú todo lo hacías cómodo y lento. Desde regañarme por  en broma por mi torpeza hasta los buenos ratos que tenemos en la ducha. Así funcionamos de bien. Y podía ver en ti más claridad de la que jamás vi en ella.

Creo que lo mejor de lo que tenemos es que simplemente estamos en el punto de nuestras vidas con solo saber que nos tenemos el uno al otro. Que somos una clase de arreglo sano a las anfetaminas del amor y nuestros corazones se admiran en su locura.

Y he aquí dónde estamos. En casa al fin. Que no se trata de correr ni de probarnos. De verdad es divertido. Y aún llego a dudar que no me quedaré. Aunque siempre podemos escapar juntos. Todo va de solamente echar raíces y escucharnos hasta la más mínima tontería.

—Es una historia muy linda.

—Aunque la has oído millones de veces.

—Y nunca me canso de que me álabes, esclavo.

—Sí, cómo sea. Las manos ya se me pusieron como la espalda de mi abuela. Creo que es hora de que drenemos la bañera.

—¡Pero ni siquiera nos hemos bañado!

—¿Y quién me puso a contar esa historia tan larga?

—Vale, es justo. Ve a abrir la llave mientras saco el tapón y las copas de vino.

—Okay, Nina.