jueves, 17 de agosto de 2017

Maldito. (2)

[Primera parte]

[Pollo. Arroz. Refresco.]

[Cerveza, vodka, jugo de naranja, otros fluidos que no reconozco.]

[Mi vomito se derrama en el oscuro asfalto, haciendo un remolino de colores indefinibles. Me limpio la boca con la manga, sintiéndome más quebrado que antes. Subo la ventana del taxi otra vez y miro a la radio. No hay nada que me diga la frecuencia, o si sigue funcionando.]
[Pero la estática persiste. Ese siseo entrecortado que viene del transmisor.]

[Lo tomo, y tragando saliva aprieto para responder.]

[¿Hola? ¿Hay alguien allí?]

[Nada. La estatica no da respuesta.]

[¿Alguien está pidiendo ayuda? Puedo escucharte, responde; le digo lo más claro que puedo.]

[La estatica se calla. El silencio sepulcral otra vez.]

[Observo el microfono de la radio en mi mano, esperando una respuesta que nunca llega. La ansiedad me ahorca en el asiento mientras analizo lo que acaba de pasar.]

[Despierto, como si de un sueño febril se tratase cuando algo vibra. Mi mano instintivamente va hacia mi bolsillo y saca mi celular.]

[1:35 AM. Sin notificaciones.]

[Algo vuelve a vibrar. No es mi celular. Viene de debajo del asiento.]

[Me doblo hacia abajo para ver la pantalla de otro celular encendida. Con cierto esfuerzo, logro recogerlo y en la pantalla se lee: "dos mensajes no leídos"]

[Un fuego frío toca cada centímetro de mi espalda. Y por alguna razón, como una fuerza extraña a mi mano, desbloqueo el teléfono para leerlos.]

[77-04, Calle 42 con carrera 26; dice el primero. Me ubico en un mapa imaginario, pero la verdad es que nunca he ido por esa área.]

[El segundo mensaje me termina de dejar sobrio.]

[Ella está aquí. Trae la pieza que dejé en la guantera. No lo arruines.]

[Puedo sentir como mi garganta se seca de golpe y trago con dificultad. Temblando, trato de alcanzar la guantera. Con miedo de saber qué es esa pieza, la destrabo cuidadosamente.]

[Un montón de folletos y deudas se hacen borrosos a un lado del enfoque con el que observo la pistola, que sale del compartimento casi cayéndose a la alfombra.]

[En mi mano, el metal negro se hace frío y huele a aceite. Hago un movimiento que he visto en peliculas, y en el compartimiento superior veo una bala cargada. No sé cuantas tenga.]

[Ni siquiera sé porqué la sostengo.] 

[No sé porqué robé el auto, porqué conduje lo más lejos que pude ni porqué me estoy ponderando si debería chequear la dirección o no.]

[Por alguna razón, se ha formado una niebla azul que se difumina por toda la calle. Me reclino en el asiento del taxi derrotado y exhausto.]

[La niebla se hace casi tan espesa que parece humo. Su color me relaja, me hipnotiza y solo veo las luces oscilar a través de ella.]

[Vuelvo a encender el carro, y comienzo a conducir sin rumbo. Pueden haber pasado horas, días. No sé cuanto tiempo estuve hipnotizado por la niebla azul, cubriendo las pocas luces, las calles y mis sentidos.]

[Y alguna clase de perfume en el auto se esparce, un olor dulzón que es como su tacto, algo tibio, acogedor y eterno.]

[Puedo sentir su cuerpo debajo de la lencería. Sus senos de promedio perfecto, sus caderas curvilíneas. Me quita las manos del volante y las guía por su abdomen hasta su rodilla para subirlas lentamente hacía su cuello. Un cuello de cisne, frágil y delgado; casi de cristal.]

[Se acerca a mi oreja, su aliento roza tan cerca que me hierve la sangre. La necesito. Ahora. Sus labios se humedecen y su voz empieza a murmurar algo.]

[Ayúdame.]

[Algo se quiebra, algo se lanza ruidosamente a las oscuras aguas de esta ilusión. Algo grita sin voz.]

[Es como si despertase de un sueño dentro de otro sueño. Miro la calle y aunque está a oscuras, puedo notar que las casas son diferentes a dónde estaba. El carro está apagado, y la llave no está. En mi bolsillo siento el peso de la pistola y mi reloj se ha detenido en las tres y cuarto de la mañana. Puede que sea más tarde. Puede que el sol nunca vuelva a salir.]

[Salgo del auto y un olor a cenizas se esparce por el norte de la calle. Por alguna razón, me dejo llevar por el olor que al final identifico como incienso. Mis zapatos suenan en el asfalto como las marcas de un vinilo viejo que se reproduce una y otra vez.]

[Sé que me ve caminar como un ingenuo, llevado una vez más por mis deseos. Por mi sed de calor humano. De ser abrazado y no tener que dormir solo otra noche más. Se ríe, y todos sus dientes son la única fuente de luz en la que por otro lado sería una oscuridad absoluta.]

[A lo lejos, puedo escuchar un piano viejo. Tocando una canción de época. Y una vela se enciende en el piso superior de esa casa.]

[Una sombra se proyecta en la ventana, como si me observase.]

sábado, 12 de agosto de 2017

Maldito.

[El mundo es un montón de imágenes antepuestas una tras otra. Todo se difumina, se dobla, se estira y encoge de una manera irreal.]

[Son cerca de las una de la mañana mientras me tambaleo por las escaleras de ese condominio que no conozco y al que vagamente recuerdo haber llegado. La cabeza me palpita y los oídos me quedan sordos de la fuerte música. Se me hace difícil mantener los ojos abiertos. Estoy exhausto y las extremidades me gritan con cada paso incierto.]

[La fiesta del que se sienta frente a mí en el trabajo, el cumpleaños de una secretaria, la despedida del tipo gordo de estadística. Realmente no me acuerdo. Todo es borroso.]

[El taxi se estaciona en la entrada, como le pedí. Tomo el asiento del copiloto y veo su evidente enojo. Le digo entre balbuceos la dirección, y empieza a rasgar la oscuridad con sus faros al conducir.]

[Algunas partes de la ciudad aún respiran. Viejos sin miedo a morir, adictos buscando su dosis o sobreviviendola caminan sin rumbo por las sucias y poco iluminadas aceras. Prostitutas a cada cinco esquinas. Un vendedor se esconde de una camioneta de la policía en la entrada de una iglesia.]

[La radio del taxi comienza a hacer ruidos ininteligibles. El chófer levanta el transmisor y habla con él. Comienzo a identificar voces que dicen calles, numeros y otras cosas para las que estoy muy fuera de mis sentidos para llegar a importarme.]

[Aún estoy lo suficientemente consciente para darme cuenta que toma una calle inesperada. Me digo que a lo mejor toma un atajo y procedo a seguir catatónico. Pero empieza a bajar la velocidad hasta parar frente a una casa de rejas negras y paredes blancas, como un ajedrez. Desde afuera, las luces se ven apagadas.]

[Siento un vacío en el estómago. Como si una mano con garras me lo estuviese apretando.]

[Tengo que buscar algo; dice el chófer. Ya regreso; completa, con un acento cubano muy marcado. Se apea del auto y da tres golpes en la reja. Alguien, no sé si hombre o mujer, mueve su silueta de sombras en la puerta para abrirle. Siento que me observa, así que miro a otro lado para ignorarlo.]

[No está cuando vuelvo a mirar, y las luces de la casa siguen apagadas.]

[Trato de componerme un poco y aprovecho de mirar alrededor. Hay postes encendidos a la distancia, pero esta calle específica está en completa oscuridad. Como la boca del lobo. No hay gente hablando, no hay perros ladrando. Ni el sonido debil de un televisor. Es un silencio tan absoluto, que puedo escucharme tragar y el ruido es ensordecedor.]

[Hsssssssss...]

[La radio con un ruido de transmisión se enciende sola y escupe estática debil. La miro fijamente, pero me imagino que no llega a recepción aquí así que sigo mirando la casa, tratando de vislumbrar algún movimiento.]

[Hsssssssssmesssssssssss...]

[Hay algo definitivamente en el jardín. Que se mueve en el rabillo de mi ojo cuando los muevo en la dirección contraria. No hace ruido, pero pisa la grama.]

[Hsssssssfassssssssssssdamessssss...]

[La estática se acentúa un poco más y oigo lo que parece ser una voz pero no distingo lo que dice porque estoy pendiente del jardín. Es algo vivo, lo sé. Una criatura. Si dios existe, espero que sea solo un animal.]

[Hsssssssssssssssporsssssssvorssssssssssayussssssss...]

[La radio dice definitivamente dice algo, pero no puedo dividir mi mente en dos para estar vigilando a lo que sea que ronda en el jardín.]

[Empieza a gruñir. Me observa y sabe que sé de su existencia. Unos colmillos tan blancos como la nieve son lo único tan distinguible.]

[Son tantos. Cada uno más afilado que el otro. Dios, por qué son tantos.]

[Me sonríe.]

[El sonido del acelerador quiebra el silencio mientras pongo la palanca en quinta. No me importa que me esté robando el auto. No me importa el chofer. No me importa saber dónde estoy.]

[Solo alejenme de esa maldita cosa. Solo no me dejen ver esos dientes otra vez. Jamás.]

[Conduzco por lo que parecen distritos enteros hasta parar bajo un poste de luz encendido. Sudo demasiado, el reflujo está a nivel de mi esofago. Mi respiración está en frenesí.]

[Hsssssssssss...]

[La voz de mujer dice mi nombre. La luz del poste parpadea.]

[Y en un chasquido, se apaga.]

[Hssssssporsssssfavorsssssssayussssdamessssssssss...]