sábado, 22 de abril de 2017

Andrómeda.

¿En qué piensas?

Bosques difuminados en la neblinosa distancia.
Montañas tan altas que ocultan el sol.
Calles desoladas, zonas verdes como la tranquilidad.
Pequeños fragmentos de luz a través de una botella.
El sonido de las olas, un soneto taciturno.
Viento sin direccion que besa mi cabello.
Sueños incompletos.
Tactos olvidados.
Voces desvanecidas con el tiempo.
Nombres borrados en el recuerdo.
Almas enterradas en la nieve.
Figuras desdibujadas en un desierto.
Descripciones de un lamento sin nombre ni tiempo.

De dónde vienes, a dónde irás.
Andrómeda, no es tu primer paseo por mi cabeza.
Andrómeda, no es la primera vez que conmigo dormirás.
Andrómeda, has desaparecido pero siempre reencarnas.
Andrómeda, tú ya estabas cuándo nací.
Andrómeda, no morirás jamás.
Te veo en mis momentos de soledad.
Recuerdo tu sonido al despertar. 
En ti veo calidez, aquella que siempre trataré de replicar.

¿En qué sueñas?

Ser feliz.
Ser completa.
Ser encontrada.
Dejar de buscar.
Llorar y perdonar.
Olvidar y superar.
Conocer aquello que me llama.
Caminar y seguir soñando despierta.
Vivir del arte.
Continuar adelante.
Quizás poderte recordar.
En momentos que piense en las estrellas.
En el humo del café por la mañana.
En la oscuridad segura de mi anochecer.
En las sombras que hace el agua sobre la pared.
En los consejos de alguien más.

Y cuánto tiempo ha pasado.
Perdido en traducciones.
Atrapado buscando el norte.
Sigo sin saber.
Callo para responder. 
Cuento las gotas en la ventana.
Admiro las luces al pasar.
No veo al tiempo. 
Y también este ha olvidado que existo.

Porque esto es todo lo que somos hoy y mañana. Porque solo somos un montón de experiencias que no podemos recuperar. Porque ponemos nuestro pequeño grano de arena, esperando cambiar. Y aún cuando nos conocemos, volvemos a viejos hábitos que terminamos odiando. 

En palabras de aliento vivimos, en nuestras prisiones mentales y zonas de confort nos restringimos. Muchas veces, simplemente no hacemos nada. Queremos llenar lienzos en blanco. Ser color, ser luz. Y quiero pensar que lo podemos lograr. O de que moriremos intentándolo.

Porque somos humanos y nuestra pequeña galaxia individual.

Y tu siempre serás Andrómeda.