sábado, 15 de julio de 2017

Soy un refugiado. De la lluvia de mis propias preocupaciones.
Escondido en la cueva de mi propia oscuridad.
Donde soy solo yo, y el sonido del agua cayendo más allá.
Detrás de un bosque, escondida por una extraña nave espacial.
Con la que volaba los cielos, buscando respuestas y una identidad.
Guardo la espada que brilla en la oscuridad. Trueno mis viejos dedos que resuenan en el eco.
Una voz que no dice nada especial, el fantasma de un pantano.
Y en las noches, el agua no para de caer. Y a veces salgo a admirarla.
Brillos que caen como pequeños meteoritos. Pedazos fosilizados de polvo estelar.
Y cada una de sus gotas susurra tu nombre, el cual nunca puedo recordar.
Un relámpago impacta a la distancia, murmurando una exclamación que es inútil ya.
Animales guardándose, insectos que se rehúsan a volar.
En mi mano aprieto algunas gotas. Digo que voy a cambiar.
El relámpago se atreve de nuevo a sonar.
Mi mano se cierra más.
Una oportunidad perdida trae el viento de esta noche.
Mañana no sé.
La nave sin energía, se enciende.
Y una motivación muy extraña toma lugar.
Un propósito me mueve, y cuando entro y me siento,
La compuerta de la nave se cierra tras de mí.
Segura de a dónde nos dirigirá