martes, 12 de abril de 2016

Antes

Antes.

Antes.

Antes.

Antes, un flashback. El espejo de la yo que solía tener un alma.

Antes, una cama que estaba completa. Antes, una casa que no se sentía como una cáscara usada y despojada de vida.

Antes, de que tú te fueras.

Antes, cuando disfrutaba la música que escuchara y le encontraba el gusto a cualquier comida. Antes, cuándo solíamos bailar en la sala con ropas elegantes que llevábamos sólo porque sí.

Antes, cuando solíamos salir en tu auto, veíamos las estelas y los puntos borrosos, y me pintabas un paisaje con tus palabras. Antes, cuando la sola vibración de tus pasos estremecía mis entrañas.

Antes, cuando recordábamos cualquier cosa que decíamos por más insignificante que fuera. Antes, cuando éramos seres incompletos estando ausentes.

Antes, cuando le inventábamos nombres a nuestros futuros hijos y si la noche era larga, sus historias también.

Antes, cuando tu tacto me hacía feliz y complacida por años. Antes, cuando no te conocía y creía que eras capaz de siempre amarme.

Antes, cuando no llegabas a la casa suspirando pesadamente y resoplando a lo que yo te decía. Antes, cuando me dabas tus sábanas y no me quitabas las mías.
Antes, cuando no te llevabas tu celular a la ducha para que no pudiera oírlo sonar. Antes, cuando podíamos hablar sin gritarnos y encerrarnos

Antes, cuando no me alejabas si te empezaba a besar. Antes, que llegabas sin hematomas, con los nudillos no irritados y no había sangre en el lavamanos. Antes, cuando la ansiedad me tragaba por dentro porque no llegabas y no cenaba sola y sollozando. Antes, de que empezara a fumar de nuevo y me mantenía alejada del vino.

Antes, cuando no tenía el labio inferior partido y a mi madre chillando mientras me regañaba por escogerte. Antes, que no había probado que tal frío era el suelo de la casa y que nunca te había escuchado llorar de frustración.

Antes, de que salieras por esa puerta a las 3 de la mañana y nunca te volviese a ver cómo antes. Antes, de que salieras en el periódico como un arresto de la policía con cargos de droga y agresividad.

Ayer, cuando tuve que testificar que eras culpable y me gritaste mientras te llevaban tres guardias. Ayer, cuando una mujer del jurado lloraba por mi aspecto y lo que me hiciste. Ayer, cuando el abogado me dijo que todo estaría bien y me darían el dinero que me correspondía.

Antes, cuando me importaban las cosas y no se me arrancó el sentido de mi vida desde la raíz. Antes, cuando no me dolía la cabeza si trataba de recordar quién eras.

Hoy, que me refugio en tus ropas de antes. Hoy, que miro a la luna con un cigarrillo, nuestra música y un suéter tuyo.

Esta noche, que pienso que todos somos materia y todos cambiamos inexplicablemente. Que me trato de consolar porque tal vez yo debía cambiar primero.

Esta noche, que te recuerdo a través del dolor físico y emocional, para darle un último abrazo al pasado.

Ahora, para dejarte ir.

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