jueves, 2 de junio de 2016

Padre. (Una obra por 8bitfiction)

[Lo que estás a punto de leer no lo hice yo (JMG) sino que es una historia que me gustó tanto, que le hice una traducción porque sí. 8bitfiction hizo esto como una historia pequeña y todos los créditos van a él o ella. 
Twitter y Tumblr: @8bitfiction]

Respondí a través de los intercomunicadores antes de presionar el botón — el que no debía.

«Una lección de historia, Padre. En el año 5025, los Locust, habiendo desgastado los recursos de su mundo hogar, buscaron devorar un mundo del sistema estelar más próximo de Los Anillos del Rey. En este sistema, habían tres planetas.

»Rubí, un mundo arropado por furiosas flores rojas que florecían en el alto calor, se encontraba en una órbita más cercana a su estrella. Sus habitantes se quedaban bajo tierra en el día y trabajaban el suelo de noche. Zafiro, en la órbita más lejana, era un planeta acuático. Sus ciudades eran sostenidas por altos pilares construidos en montañas en el fondo del mar,  que pasaban la superficie, sin ser alterados por los furiosos mares y tormentas. Entre estos, estaba Esmeralda; un planeta rico en interminables bosques que sobrepasaban a la deforestación, creciendo más rápido de lo que podían ser cortados o quemados. Así pues, sus ciudades estaban escondidas bajo el manto de los imponentes árboles.

»De estos tres planetas, sólo dos estaban en el menú de los insectos. Sin uso alguno para un planeta de agua, los Locust se saltaron Zafiro y avanzaron hacía Esmeralda. Mientras la plaga se acercaba, los líderes de Rubí y Esmeralda discutían. ¿Por qué debería ayudar Rubí, que en cuyo caso era mejor y debía liderar la coalición? Esmeralda no cedió. A regañadientes, Rubí envió sus naves para auxiliar a sus vecinos. Pues ellos sabían, que si el planeta bosque perecía, los insectos estarían comiendo escarlata después. Estaban forzados a cooperar.

»Cuando el enemigo se acercó lo suficiente para ser observado, vieron una plaga tan masiva que la derrota no era ni una mínima posibilidad, sino una inevitabilidad. Cientos de las naves de hombres contra miles de millones. Su casa era de paja, y el lobo vino a tocar la puerta con un martillo de guerra.

»Ahora, aquí es dónde se pone interesante. Antes de que las flotas de Rubí y Esmeralda fueran abrumados por las naves vivientes de insectos de la plaga, llegó una transmisión. Era la armada Zafiro, con una fuerza de mil naves — eran un planeta de botes y océanos, después de todo — y venían a ayudar, como dijeron, a sus amigos.

»Al final, los insectos, flanqueados por un nuevo adversario; no siendo muy inteligentes y en falta del sentido común para no darse de cabeza con los misiles, la plaga fue repelida. Los Locust se fueron, las celebraciones tuvieron lugar, y todos vivieron felices por siempre.

»Ahora, Padre, en esta historia; yo siempre pensé que tal vez tú eras Rubí y yo era Esmeralda. Qué quizás una falta de decisión había infligido en ti, y tú eras una ternura por la que tenía que luchar para siquiera tener una pizca de ella. A medida fui haciéndome mayor, pensé que tal vez estaba equivocado; que tú eras Esmeralda y yo era Rubí. Yo, el hijo bastardo enojado, y tú un bosque que se negaba a ser cortado.

»Hoy, de lo qué eres, aún no estoy seguro. Sin embargo, de lo que estoy seguro es de lo que no eres. Tú nunca fuiste Zafiro. Tú nunca fuiste amigo, familia o aliado para mí en toda mi vida. Nunca fuiste un vecino  que me ayudo cuando estaba en necesidad. Simplemente compartíamos nombre, sangre y filiación.»

Presioné el botón, y el misil despegó.

«Te he amado, cómo me has amado a mí, Padre.»

«Adiós.»

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