sábado, 13 de mayo de 2017

Noches en el laberinto. (II)


Nota del autor: Ha pasado tiempo. Y muchas cosas.

II

«Por más frívolo que suene, la vida no es como una película. Lejos de serlo.

La vida no tiene saltos de tiempo a la próxima escena importante, no tiene momentos de tensión con música dramática, no tiene cortes de escena cuando a uno de sus personajes le ocurre algo triste. Y, ciertamente no hay un deus ex machina o una epifnia que resuelva todos los problemas y ate todos los cabos sueltos que han ocurrido hasta ahora.

La vida, solo es. Lineal, lenta, efímera y aburrida. 

Siempre le he tenido miedo al hecho de perder algo dentro de mi mente, o de tenerlo. Siempre me da miedo pensar en que el presente, no es presente cuando lo pienso; sino un momento que ya pasó al que le digo "presente". Que todo lo que vivo y siento se desaparece en lapsos de reposo, y que un dia ese reposo será eterno.  

Y la lluvia siempre está allí. Sea una película, una novela, la vida, de noche o de día, la lluvia nunca cambia. Siempre es motivo de reflexión, de dejar ir todo el mal que nos acompaña minuto a minuto. No importa lo que pase, la lluvia sigue mojando tu cara, empañando el vidrio de nuestras almas, reluciendo a la luz; dándole a la vida un sentido quizás inexistente en cada gota que cae del cielo nublado. 

La lluvia es el único recuerdo eterno.»

La mecedora de la abuela de Nico resuena en las paredes de su cabeza mientras él la mira en pijamas de Looney Tunes. Hay una interferencia en el flashback y recuerda dónde está parado.

"Mi abuela dejó eso en su testamento. Y ni una palabra he olvidado." dice Nico con la voz seca y un poco apenado de hablar tanto.

Ella lo mira unos milisegundos y se ríe suave, pero con ganas.

"Es una forma de flirteo que jamás he visto. Pero definitivamente tienes mi atención, hombre del buen whisky."

Las gotas de condensación del whisky mojan sus dedos mientras busca su siguiente paso con la ejecutiva que miraba la ventana, y ahora lo mira a él con cierto desdén y curiosidad. Sus rosados labios y sus ojos avellana hacen estremecer una parte muy olvidada de su alma. «¿Te... importa si me siento a tu lado? Posiblemente no buscas conversación, pero...» Ella levanta una pulcra manicura y lo detiene.

«Por favor, siéntese. Disfrutaría la compañía de un agradable desconocido, y al parecer ya nos empató alguien más.» Nico sigue su mirada al viejo "minotauro" (como salía en una calcomanía en su camisa). Le lanza un guiño mientras lava un vaso de cristal.

«Este... Bueno, gracias.» Acerca el banquillo y ella le ofrece la mano al sentarse. «Alexandra, pero llámeme Álex si lo prefiere.» él la estrecha y siente un calor reconfortante en su tacto. «Nico. Nico a secas.» responde.

«Bueno, señor Nico. Es un placer. Gracias por el trago.» dice ella.

«El placer es indudablemente mío. Veo que viene del trabajo, ¿qué...?» Nico es interrumpido por un fuerte olor a químico, una colonia muy fuera de lugar en cualquier situación. La peste toma esencia y le bloquea la vista, dándole la espalda. Se le tensan los músculos de las manos y le arde la herida del pecho al darse cuenta de lo que ocurre.

/////

—Hola, princesa. Te sentí aburrida desde la otra mesa, así que vine a tu rescate. El nombre es Dani. ¿Me das el tuyo con tu número?

¿Qué coño acaba de pasar? Es como si alguien acabase de frotar una botella de AXE y apareció este. 

—Um, yo...

Alarga la mano y siento que me agarrará una teta. Toma el carné de la oficina y lo levanta para violarlo con la vista, como ya hizo con todo lo que mira.

—Alexandra Lugo. No es bonito el apellido pero siempre hay cambio de nombre. Dime, Alexa, ¿y si te invito unos shots y nos conocemos más profundamente? — Hasta la boca le huele a colonia, coño. Y odio que me digan Alexa.

—Mira, yo...

—Disculpa, estaba hablando con ella. - Dice Nico atrás de él con un tono cordial agrietado.
 
El zorrillo se mueve de modo que yo también veo a Nico con su sonrisa de "no quiero problemas" pero en las manos se le ve el "Noche equivocada hermano." Zorrillo habla.

—¿Ah sí? No me lo parecía a la distancia. Parecía que está es tu primera interacción con una mujer aparte de cuando seguro le pegaste a tu madre para quitarle plata. Mira, toma unos billetes y cómprate una bolsa de Perico para que te alegres la vida. - Se saca unos billetes y se los tira a Nico. - Y otra chaqueta, ya está vio mucha acción.

Veo a sus compinches reírse, y Nico mira en su dirección también. Antes de volver a dirigirse al Zorrillo, noto que una muchacha no se está riendo. Solo tiene los ojos muy abiertos y el ceño fruncido. Todos los otros del bar se quedan mirando en silencio a Nico.

—Mire hermano, primero si fuera a comprar el perico se lo compraria a usted que se le ve que no se aguanta a sí mismo de lo poca cosa que es. Segundo, la regla normal es que si hay dos personas hablando, te quedas en el fondo metido en tus asuntos si no tienes nada con ellos. Ahora mismo, por ejemplo. - Nico ya no tiene máscara, es solo frialdad en sus ojos verdes mientras todavía habla en tono neutral. Mi ex solía ponerse así, y da miedo qué tanto sus semblantes se parecen.

—Bueno, maldito. Yo...- Cuando se empieza a encender el zorrillo, la chica asustada lo agarra por el brazo. 

— Daniel. Ya está bueno. Adrián dice que este bar es aburrido y que nos vayamos a uno de los del centro. ¿Vienes o no? - Está haciendo mucho esfuerzo para no mirar a Nico.

Daniel se arregla la chaqueta, el pelo y se aleja. Se voltea una vez para mirar a Nico con una mano en un costado de la chaqueta, que antes de poder abrir la boca, le responde con una voz como la piedra.

—Intentalo. 

La cara de Nico estaba expectante, como si le divirtiera un poco el hecho de que fuera a hacer un movimiento. A Daniel le baja una gota de sudor por la sien y se va con la chica y sus compinches por la puerta de enfrente. Nico gira la cabeza hacia el viejo.

—Perdón Minotauro, no era mi intención que pasara algo. — El viejo mueve la mano quitándole importancia.

Lentamente devuelve su atención a mí. Sus ojos ahora brillan un poco más y vuelve a su rostro calmado. El que no es una máscara.

//////

Minotauro le trae una toalla y ella se seca el cabello, hablando de cómo llegó del trabajo al bar. Nico también cuenta de su extraño tropiezo en la desesperación.

"Eso iba  preguntar antes de que Abercrombie apareciese. ¿De qué trabaja?" pregunta él.

"Trabajo de abogada en una empresa que hace las de Robin Hood. Excepto que le quita  los ricos para hacerse más ricos ellos. Llevo solo un año pero ya vi su transparencia" Se lleva a los labios el vaso y toma un largo trago.

"¿Hablas de Quintero y Socios?" -Ella asiente extrañada- "Conozco a los dueños. Financian un poco nuestras actividades."

"¿Qué haces tú para vivir?" le pregunta, inclinando la cabeza en genuina curiosidad.

"Trabajo para una red de investigadores privados. No dependemos unos de los otros, pero nos cuidamos las espaldas"

Nico no amagó. Sabe responder con naturalidad a una pregunta que le hacen con tanta frecuencia y se debe mentir bien con la misma. 

"Ya veo. Por eso no retrocediste con el arma del chico. Por un momento pensé también que eras policía." 

"Bueno, en realidad hubo una etapa de mi vida muy extraña en donde pude llegar a ser detective hasta que me vi envuelto en un asunto sucio y salí antes de estar embarrado. Fueron cerca de 3 años de uniforme azul en el este de la ciudad."

"Vaya, eso es sorprendente. La verdad es que conozco a alguien en la fuerza. Ahora sería el capitán de la división de homicidios." La cara de Alexandra se tensó un poco y por la dirección de sus ojos al suelo, Nico detectó sus sentimientos respecto a esa persona.

En secuencia, un saxofón suena al fondo del local. Una simple simulación de una computadora, pero es igual de impactante para el alma. Un sonido que parece dejar todo en silencio, excepto su cantar. Abraza a Nico por la espalda y le susurra sobre esa persona otra vez, un carámbano de memoria que cae por su ya expirada longevidad.  

Ya había escuchado esta canción. El filme noir que es su vida corre por los fotogramas. Sin embargo, una proyección se antepone sobre otra. Es algo que dijo Alexandra que lo lleva de nuevo al olor del café a las dos de la mañana, los flashes rojos y azul, y el sonido de la colt de policía destrabando el seguro.

"El cabello es de ella. No hay duda de eso, su señoría."

¿Era posible? Nico trato de escucharla hablar de su asqueroso ambiente de trabajo, pero lo último que dijo había resonado en sus pensamientos. Algo estaba fuera de lugar en el hecho de que su amigo fuera capitán de homicidios. Al menos no dejaba tranquilo el recuerdo neblinoso del color azul celeste que tenía de hace tantos años.

No. No podía ser la misma persona.

”Nico."

Alexandra lo agarro suavemente por la muñeca y lo trajo devuelta a tierra. "Minotauro preguntó que si querias otro trago. ¿Esta bien si pedimos cervezas? No quiero embriagarme tan rápido." Sus ojos avellana brillaron en preocupación y sintió su corazón caliente un segundo.

“Ah... Sí. Perfecto." Hizo una seña de OK al viejo y este sacó dos botellas que deslizó hacía ellos. Estaban heladas. 

Nico toma un largo trago como si no hubiese bebido  hace días y se agarra con la mano el cuello donde la tortícolis de dormir en el suelo le pega. 

"¿Estas bien?" Ella posa su cálida mano sobre su muñeca y él se regocija un poco por dentro. "Te me fuiste lejos por un minuto."

"Lo siento. He dormido poco." Se mantiene en silencio unos segundos y vuelve a mirarla. "Sé que esto sonará raro, pero, vi que te molesta hablar de esa persona en el departamento de homicidios."

Ella prueba su cerveza. No ha retirado su mano. 

"Sí, bueno. Es mi ex-esposo. De hecho te pareces un poco a él. En tu fría mirada." Se quita los lentes por primera vez y los engacha al pliegue de su camisa. Nico siente como su mirada despierta algo que llevaba mucho tiempo dormido.

"¿Podrias hablarme de eso? Dicen que ventilar los viejos traumas es bueno para el alma." 

El saxofón cambia de melodía.

////////

Ricardo fue lo mejor que me había pasado en años. De verdad.

De adolescente, fui bastante mala en el amor. Dejaba a solo gente tóxica andar conmigo y estudiar no era lo mío. Nunca lo fue. Pero de alguna manera, pase mi carrera sin mucha motivación.

Lo conocí cuando era asistente jurídica y estaba terminando mi último año. Era un simple policía de barba de tres días y lentes oscuros. No me causó mucho interés la primera vez que lo vi, si te soy sincera. Pero había algo en la manera en que se refería a mí como "señorita" que me sentía dignificada cada vez que me lo decía. Nuestra primera cita fue comer perros calientes en su carro y es una noche que nunca olvidaré. Compró unas cervezas y después de un rato nos estábamos encamando en su casa, un apartamento de tres al cuarto en el centro.
 
Literalmente, si me hablases de cualquiera de sus características sin conocerlo me causaría hasta repulsión. Pero era él. Él destilaba un aura totalmente hipnotizante que lo hacía el protagonista de toda situación. ¿Recuerdas cuándo hable de que me recordabas a él? El jamás se enojaba, sino que simplemente era un fuego pálido en su mirada que decía que estaba molesto. Pero nunca lo vi actuar más allá de la lógica. 

Su amor por mí era verdadero, y yo me sentía real por primera vez. Sentía como nada podría dañarnos, cómo me sentía solo de él. Nos casamos por civil y tuvimos una ceremonia con nuestra familia y amigos en un hotel carísimo que casi dura dos días si no fuera porque nos sacaron. Duramos dos años juntos.

He olvidado casi todos los momentos que estuvimos juntos aparte de los que tengo en fotografías que aún no he quemado. Pero viajabamos más que todo al bosque porque es mi lugar favorito. Un día lo vi, muy temprano, mirando al lago. Duró en esa posición, parado en la orilla por unos 45 minutos. Lanzó algo muy lejos dentro del lago, suspiro ruidosamente y se volteó devuelta al campamento. Nunca le dije que lo vi ese día, pero todo fue en picada desde allí. Dejamos de tener sexo. Llegaba noches al azar, oliendo a whiskey barato sin decir ni una palabra. Sabía que odiaba a los borrachos. Y no respondía mis llamadas aún si era una emergencia.

Prefiero saltarme lo que pasó hasta que firmé el divorcio porque se hace muy doloroso. Al final una amiga se encargó de llevar nuestros trámites y eso fue el final. Y la única amiga con la que he hablado en dos años. Preferí recluirme de la gente por al menos un año hasta que al cierto tiempo comencé a recobrar confianza en la gente y hasta salí un poco con unos cuantos hombres. Pero nada más que una o dos noches porque la mayoría me aburrían.  Todo empezaba a verse bien, logré a olvidar a Ricardo con mucho empeño. Pero aún así el azul de sus ojos vive en mí y su tacto lo sigo extrañando en las noches. Siento que lo quemé muy rápido pero en el veía algo que siempre pensé me hacia falta. Aun no sé qué es. Y no hemos tenido contacto desde que firmamos.

Al final recordé que hablaba con Nico y giro la cabeza a mirarlo. Me miraba con la cara de piedad que me dieron muchos de mis amigos y familiares. Le hice una media sonrisa y tome otro sorbo de cerveza.

- Eso es...vaya. No puedo imaginármelo. Es...-no supo qué decir y se fue apagando. 

Sin darme cuenta puso su mano sobre mi hombro y se acercó más. 

- Lo lamento. De verdad. -Susurró estas palabras y su olor a colonia mezclada con otro olor que no pude descifrar me llenó la nariz. Pero era agradable. Era cálido.

 Sin más pensarlo me acerqué a él y nuestras caras encajaron en un beso. No sabía nada de este hombre. Ni siquiera si podía confiar en que no fuese un psicópata, pero algo hizo click cuando el me habló. Algo que parecía imposible. Sus ojos verdes eran la antítesis de los de Ricardo. Reconfortantes. Reales. Liberadores. El hecho de que simplemente existiese, me daba paz. 

Nico regresa a su posición en el asiento pero se agarra una costilla. Mi teléfono empieza a sonar con unos mensajes y él se incorpora. 

-Debo ir al baño. ¿Me disculpas? - Antes de irse se detiene y me dice: no te vayas.

-No lo haría -le respondo cuando no puede escucharme.
 
//////////

Nico se mira el corte en el espejo. Le pica, pero tendrá que esperar que cicatrice porque es muy superficial. 

Se lava la cara y mira su reflejo. Se dice que hace algo malo, muy malo. El simplemente conocer a esta mujer va en contra de sus principios y todo lo que Ricardo hizo por él. Pero Ricardo lo abandonó. Y no tiene porqué hacerle caso. Suspira motivado y vuelve al bar luego de secarse la cara. 

Su bolso está ahí. Su bebida también. Pero no hay rastro de ella. El estómago se le hace un carámbano de hielo. 

Cerca de la entrada ve un brillo. Y el minotauro lo mira del otro lado de la barra regresando de la parte de atrás. Ambos van hasta el brillo. 

Su teléfono está en el suelo. Pantalla resquebrajada. 1:34 A.M. Y unos suéteres se cayeron.

"Alguien tumbó esos suéteres." Dice Minotauro.

"Y es mucho daño en la pantalla para solo dejarlo caer." responde Nico. 

Agarra el picaporte para salir, pero Minotauro lo detiene. Se saca una navaja del bolsillo del pantalón y se la da. "Lejos, por favor." le ruega.

Nico toma la navaja y sale. Ya no llueve. 

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