jueves, 26 de junio de 2014

Aguas de la incertidumbre.

El agua vuelve a estar fría.

Me desperté cuando una gota cayó sobre mi nariz, desde el techo tal vez.

A puertas cerradas; las breves brisas inundaban el cuarto, no sé de dónde venían, pero en realidad no me importaba en ese momento. “Suele pasar” me dije a mí mismo.

“El suelo está silencioso, todo está calmado, creo que estoy solo en la casa.”

La iluminación en mi cuarto siempre había sido uniforme, o estaba muy oscuro o estaba muy brillante. Pero nunca la había visto en luz tenue, se veía pacifica. Me paré del piso lentamente, cuidando de que no me diera vértigo por pararme muy rápido.

No funcionó, todo se ve borroso por un momento. Despejo mi cabeza, me limpio la gota de la nariz.

¿Qué hacia en el piso? Probablemente me quedé dormido allí, no es la primera vez que me quedo dormido donde sea; empecé a caminar a la sala

Confirmé que estaba solo al ver la sala tan vacía como cuando mis padres salen a cenar, con la misma luz tenue de mi cuarto. Las ventanas estaban cerradas y se veían grises, como si hubiera una tormenta, pero no había ruido. Solo silencio.

Sentí que llevaba días durmiendo… Recordé que no cargaba mi celular conmigo (como la mayoría de las personas, mi teléfono se había vuelto una parte vital de mi vida), volví a la habitación para buscarlo. Se veía más sola desde el marco de la puerta, considerando que el único que estaba allí era yo.

Lo encontré sobre la cama, esperando encontrar un mensaje. A lo mejor de mis padres indicándome donde estaban...

Nada. Introduje el teléfono en mi bolsillo mientras apagaba su pantalla.

En ese momento, lo oí. Un portazo, definitivamente.

Venia de la puerta de atrás.

Aunque no noté si venía luz de atrás cuando estaba en la sala, la puerta estaba cerrada. Traté de abrirla. A cal y canto, estaba cerrada con llave.

Un frío recorrió mi espalda cuando recordé que nunca había visto la llave a esa puerta, es más, creo que nunca la cerraron más que con la mano.

En ese momento me sentí más solo que nunca.

“Un momento…si las puertas están cerradas y las ventanas también; ¿de dónde viene…?” Detuve mi pensamiento con mi repentino descubrimiento.

Volví a la sala corriendo, allí la puerta estaba cerrada, normalmente la llave estaría puesta en la ventana, pero no estaba allí. La brisa rozó gentilmente mi cuello, fue desagradable.

Empecé a dudar de mí mismo.

Observé la casa desde el marco de la puerta, todo parecía estar igual, lo único extraño era la iluminación claroscuro que llenaba la casa. Justo cuando me di la vuelta, buscando la fuente de las brisas que fueron mi descubrimiento, advertí algo más.

No sé cómo no lo vi antes.

Mi madre hace unos años decidió pintar todas las puertas con un marrón claro, para resaltar el color natural de la madera, a mi padre no le importó en lo absoluto.

Todas las puertas eran ahora de color negro.

Siendo un día normal como cualquier otro, no lo hubiera notado, pero había algo que me hizo verlo. Tal vez fuera la naturaleza de mi situación, no lo sé.

“Tengo que llamar a mis padres”

Marqué el número de mi madre rápidamente, siendo ella la que siempre contesta su teléfono en cualquier situación.




Nada, no contestó; marqué el número de mi padre.

Mi corazón cayó

Oí a Jimi Hendrix con su guitarra mas allá de mi habitación, allí estaba la habitación de mis padres.

Caminé lentamente por el pasillo, esperando lo peor. Un rectángulo macizo de negro me bloqueó el camino.

“Otra puerta oscura” Me estaban fastidiando; gire el picaporte.

Lo que hubiera dado por ver a mis padres viendo una película o regañándome por estar levantado tan tarde (asumiendo que era de noche) era inapreciable.

La cama con sabanas tan blancas y arregladas parecía salida de una película, una película de horror.

Al menos hay sonido en esas películas.

Con la iluminación tenue del resto de la casa, el silencio de la habitación era solo interrumpido por Jimi Hendrix y su estridente guitarra eléctrica. No era agradable que ese fuera el único sonido que había escuchado además de mis pasos y mi respiración en lo que habían parecido horas.

En la mesa de noche, junto con el teléfono sin forro de mi madre, el celular con estuche de cuero de mi padre estaba vibrando, respondiendo a mis repiques.

Detuve la llamada…, pero siguió sonando por otros diez segundos.

Lo tomé.

Al responder no dije nada, pero escuchaba una respiración débil del otro lado que me heló la sangre.

“¿P-papá…m-mamá…? Dije, a punto de romper a llorar.

Lo que escuché fue más allá de lo terrorífico, mas allá de algo que jamás hubiera sentido, era mucho más allá del miedo.

“Siempre has estado solo.” Me dijo la voz del otro lado de la línea, cortando la llamada.

Nunca había escuchado mi propia voz a excepción de haberla oído en una grabación.

Estaba seguro de que había perdido todo aquello a lo que se llama cordura, “No puede ser…tengo que estar soñando” Dije en voz alta.

Golpee la pared con mi cabeza 5 o 6 veces antes de desistir de mi incredibilidad.

Estaba seguro de que ya no había más nada. No sabía como había quedado solo, no sabía si alguna vez iba a escuchar otra voz o ver a otra persona en mi vida, no sabía si esto era solo una broma enferma o me estaba volviendo loco.

Un bulto me molestó cuando me senté en el suelo, derrotado. Mi celular, lo saqué frenéticamente, esperando conseguir una respuesta a todo este desastre.

Cuando por fin lo encendí lo primero que vi fue el reloj.

“0:00 / Sin señal” Era medianoche exactamente.

“¡Maldita sea!” Grité cuando lo tire al otro lado de la habitación de mis padres.

Después de unos 120 segundos analizando todo en derrota, tomé mi celular del suelo, la parte de atrás estaba mojada.

Revise la suela de mis zapatos que sufrieron el mismo destino de mi teléfono.

La brisa otra vez.

No sé porqué lo pensé, pero tenía razón. La casa se estaba inundando.

Corrí a la ventana tratando de abrirla con todas mi fuerza, nada. Me desesperé y tome una lámpara, impactandola contra la ventana.

No se quebró. Mis dudas fueron aclaradas cuando sentí el nivel del agua en mis talones.

El agua estaba fría.

Corrí, o al menos traté, hasta la sala. Tratando de abrir la puerta con el agua en mis rodillas, busqué la llave. No la encontré en la sala.

Con el agua en mi cintura fui al cuarto, busqué un gancho con que abrir la puerta. Subía con rapidez, me estaba quedando sin tiempo.

Mis gavetas estaban vacías, por supuesto. Grité con todas mis fuerzas con el agua en el tope de mi abdomen, frustrado al extremo humano. El agua comenzó a subir más rapido, rebasando más alla del alto de mi closet. Nadé frenéticamente, con mi cabeza en la superficie. El apartamento no era muy alto.

Buscaba el último ápice de aire para sobrevivir, pero ya no había salvación, estaba hasta el techo, nadé bajo el agua hacia el pasillo y observe la habitación de mis padres por última vez.

Allí en la profundidad, vi una figura oscura vigilándome parada a un lado de la ventana. Viéndome asfixiar y morir ahogado.

“Todos nacemos solos” Dijo, con mi voz.

Y con esas palabras, la muerte me abrazo con sus fríos brazos. Asfixiándome con incertidumbre.

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