jueves, 26 de junio de 2014

Lluvia.

La negrura.
Las nubes que se agrupan en el cielo a vernos con tristeza, mirando hacia abajo con decepción a lo que nosotros mismos hemos creado. Lo único que nos merecemos es obscuridad.
El sol se esconde de nosotros, sabiendo que ya no es el símbolo de vida que solía representar, solo se le conoce por la luz que produce, nadie duda de su aparición, pero se sorprenden con su escondite. 
En la noche, la corte de estrellas nos observa con prejuicio, juzgan todo movimiento, no se les escapa nada. Poco a poco van muriendo, dejando su brillo. Detrás de las nubes, más allá de la luna, que tiene un semblante aburrido, no se sabe qué pasa cuando se voltea a la obscuridad.
El rugido y las centellas.
A lo lejos, el eco  de la tempestad llega, como una bestia, advierte a su presa de su llegada, llamando a la tormenta inevitable.
En el cielo, las luces estrambóticas de un escenario de gotas se proyectan para el acto, no se controlan y dejan salir su emoción en forma de rayo.
El rugido conmociona el escenario, solo al tercer  grito más cercano, el acto empieza, y el suelo de las nubes cede, precipitando el diluvio gris y transparente.
Aqua.
El diluvio ve su objetivo, y se deja caer hacia él, en la distancia, gotas solitarias encuentran una pareja para caer juntas y deshacerse, unas en la piel de las personas atribuladas, otras en personas indiferentes de la vida, otras en personas que aman y esperan la llegada de la lluvia. Otras solo sufren el destino de chocar contra el pavimento.
Lentamente, el aire se limpia de nuestros valores y antivalores, se limpia de toda la humanidad. El viento se asquea de nosotros, por lo mismo es invisible; no quiere que las personas incorrectas vean su color real, aunque si se presenta enfrente de quién elige.
El agua negra es solo para los dignos de ella, nos deja ver lo que somos realmente en su reflejo, dicen que el agua pura y cristalina es solo un mito. El mar posee el agua pura, es la lluvia que dejo de creer en la gente y empezó solo a preocuparse por sí misma.
Se pregunta porqué corren de ella, aunque es hermosa, ama lo que no puede tener y que le hace daño, como todos nosotros. Es una terca.
La lluvia es la única personificación que se ama, en una seguridad triste, se admira con una hermosa melancolía.

1 comentario:

  1. Me gusta como divides una historia en tres pequeños relatos que individualmente tiene sentido.

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