jueves, 26 de junio de 2014

Vortex.


Una vez más me paro enfrente del lavabo, lo lleno de agua hasta el tope, y lo miro fijamente.

Por alguna razón, si lo miro demasiado es como si fuera a…ahogarme en él. Un ahogamiento que trae paz y calma.

Introduzco un dedo primero, luego otro y otro, hasta que toda la mano esta sumergida en el agua, cuelga por un momento, en el vacío de lo que parecen unas aguas tan profundas y tan frías como las del océano…

Por un momento, pareciera que todo el revuelo de afuera desapareciera como polvo en el aire, todo lo que nos hace humanos y animales, se desvanece.

Solo un alma diluida en el agua, silenciosa y calmada, nadando en un mar de sus propias memorias…





Todo termina, la mano se suelta tanto que choca con la superficie del lavabo suavemente, sin dolor.

Lo único que duele es el golpe de realidad que eso te proporciona, dándote a saber que solo eres una persona más con un lavabo que esta a punto de desbordarse de agua, en un baño vacío.

Que eres una persona más con obligaciones y problemas.

Suspiro, no arrepintiéndome de tomar esos cinco minutos de tranquilidad; quito el tapón para que el agua se drene. Me seco las manos y abro la puerta del baño, volviendo a mi vida de preocupaciones.

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